jueves, 17 de enero de 2013

Una cámara para "el más difícil todavía".


En el último siglo ha habido dos grandes hitos en el mundo de la fotografía. El primero fue la invención del disparador automático, que Kodak empezó a vender durante la Primera Guerra Mundial. El segundo llegó hace unos años, cuando los adolescentes pudieron ponerse delante del espejo para fotografiarse con la cámara del teléfono y compartirlo en la Red.
El teléfono con cámara es perfecto para la era de las redes sociales. Pero incluso los móviles inteligentes tienen una limitación: hay que sostenerlos con la mano. Ahora que estos han llevado a algunos fabricantes de cámaras al precipicio, un diminuto modelo con una resolución ultraalta que puede grabar esa misma hazaña ha alcanzado la estratosfera, figurada y literalmente.
Felix Baumgartner llevaba montada una GoPro, que cuesta entre 200 y 400 dólares, cuando saltó desde 39 kilómetros de altura. Se han adosado a aviones que se desplazan a velocidad supersónica y a tablas de surf que han descendido olas de 30 metros.
Mientras otras empresas se han hundido, GoPro ha vendido tres millones de cámaras en tres años. IDC, una empresa de estudios de mercado, asegura que eso convierte a la GoPro en la videocámara más popular del país.
En octubre, la empresa, que nació hace 10 años con una cámara desechable que los surfistas llevaban en la muñeca, presentó la Hero3. Cabría pensar que el anuncio de un producto por parte de un fabricante de cámaras es el anticipo de un funeral, pero parecía más bien una celebración dedicada a la vida eterna. Los surfistas de olas grandes mostraban sus fotografías realizadas con GoPro a los paracaidistas, quienes, a su vez, tenían sus historias que enseñar.
¿Cómo ocurrió esto? Nick Woodman, fundador e inventor de la GoPro, dice que estaba “en el lugar adecuado en el momento adecuado”.
Casi fue así de simple. Woodman, de 37 años, fabricó la primera y rudimentaria GoPro cuando viajó a Indonesia apara surfear. Quería hacerle fotos a un amigo en el agua. Pero cuando le dio la vuelta a la cámara para capturar imágenes de sí mismo, se dio cuenta del potencial. “La gran revelación llegó en 2007, cuando nos percatamos de que la mayor oportunidad no era solo producir cámaras portátiles para fotógrafos”, explica Woodman, “sino para que la gente se fotografiara a sí misma”.
Esto sucedió justo cuando Google estaba comprando YouTube y páginas como Twitter y Facebook ganaban popularidad.
Woodman empezó a vender soportes baratos que podían acoplar la GoPro a cualquier cosa: tablas de surf, bicicletas, cascos, arneses, gatos...
Lo que ocurrió a continuación fue asombroso: los usuarios comenzaron a entablar una relación con el aparato. “Uno de los aspectos mágicos de la empresa fue que nuestros clientes se sentían obligados a reconocer nuestra aportación en sus fotos y vídeos”, dice Woodman. “La gente subía vídeos a YouTube y comentaba: ‘Con mi GoPro haciendo paracaidismo’. Desde luego, la gente no sube vídeos que digan: ‘Mirad mis vacaciones en la nieve con mi Sony Cyber-shot”.
Una búsqueda de “GoPro” en YouTube arroja más de medio millón de vídeos. Millones de fotos y películas salpican las páginas de las redes sociales, todos ellos con la etiqueta del nombre de la cámara.
Ahora, su atractivo va más allá de los practicantes de deportes extremos, y llega a personas que prefieren ver la acción a través de vídeos realizados con GoPro sentados tranquilamente. Los grandes fabricantes de cámaras están intentando competir con ella, pero puede que lleguen con una década de retraso. “Durante los últimos 50 años, empresas como Nikon y Canon se han concentrado en la precisión, que tiene ventajas, pero también limitaciones”, señala el fotógrafo y director Chase Jarvis. “La GoPro es increíblemente perjudicial para esos fabricantes de cámaras tradicionales. Le aseguro que sus fiestas de inau-guración son un poco distintas... pertenecen a otra cultura”.

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