A veces es cuestión de suerte. Llevaba varios días intentando fotografiarlo sin éxito y sin embargo, una mañana, cuando había perdido toda esperanza y ya me marchaba, me asomé al mirador de La Escondida, en la desembocadura del Guadalhorce y fué llegar y pegar, allí estaba, casi posando para mí. Es una foto sin trípode, a una velocidad de obturación que creo recordar entorno a 1/4000s ya que el Martín se mueve muy rápido. Era por la mañana, casi mediodía y la iluminación era muy buena. A pesar de ello no pensé en mucha profundidad de campo por olvido y confiando al ISO automático en modo de exposición Manual con mi Nikon D850 y un objetivo 600mm a una distancia de unos 50 metros.
